El papel de la familia en la actualidad
César Eduardo Gómez Hoyos
La familia, a lo largo de la historia, ha sido concebida como el eje fundamental en la formación de las sociedades. Sin embargo, debido a las dinámicas sociales y los cambios estructurales que estas generan, ha presentado modificaciones en su conformación. Aun así, su importancia dentro de la sociedad se mantiene, pues la familia ha sido concebida por la sociología como la institución que forma a la sociedad; es decir, la sociedad estará determinada por el tipo de familias que la conformen. Así, ambos conceptos deben ser estudiados de manera conjunta y no entenderse como formas apartes.
Además, sociológicamente, la familia se presenta como el principal agente educador y socializador, donde la crianza basada en los valores, enculturación, afectividad y otros factores son fundamentales en la formación de las personas. Esto, debido a que un individuo, generalmente, pasa los primeros años de su vida en familia, por lo que los cimientos de su personalidad se van afirmando y se van creando concepciones influidas por la familia acerca de la realidad (Toro y Gallardo;1994).
Si una familia presenta una ruptura en su seno o en sus relaciones, esto podría conllevar a que se forme un tipo de personalidad (o personalidades) aisladas de las demandas sociales y, en consecuencia, se tendría una personalidad defectuosa que podría derivar en que el individuo no se adapte al dinamismo social. (Toro y Gallardo;1994).
Uno de los análisis que brindan Toro y Gallardo en su texto “El papel de la familia en la sociedad actual” (1994), nos permite idealizar, en cierta medida, la evolución que ha tenido esta forma de organización social y su influencia en la misma sociedad. Los autores presentan, inicialmente, una crisis en las familias creada, principalmente, por la propia dinámica que no permite a las familias acoger a tiempo los cambios y conocimientos para, de esta manera, poder transmitirlo en forma de enseñanza para una integración plena en la sociedad. Agrega una clasificación de las familias agrícolas, que para ellos asumen la totalidad de la socialización de sus miembros hasta que crean conveniente la integración a la sociedad; la familia agrícola-industrial, quien no puede cubrir ni garantizar por sí sola la plena socialización, por lo que opta por la escuela como agente coeducador. Finalmente, se menciona un tipo de familia considerada como especializada o urbana, donde se cede gran parte de sus obligaciones a la escuela y al Estado en la formación de los individuos debido a los horarios y múltiples tareas que los padres desempeñan. De esta manera, la familia se va debilitando como institución creadora de sociedad y formadora de individuos.
La escuela pasa a ser ahora una de las principales instituciones que coadyuvan a la familia en el desarrollo de las personas. Sin embargo, tanto escuela como familia, se han visto envueltas en una paradoja donde ninguna de las dos tiene claro su papel y exige a la otra que cumpla con funciones que esta piensa que debe cumplir; así lo explican Ianni y Pérez (1998): “en la mayor parte de los casos, la escuela no encuentra a la familia cuando la convoca, a la vez que la familia no siempre tiene un lugar en la escuela, cuando está convencida de que es imprescindible su participación en ella”. Entre las exigencias que se hacen entre sí la escuela y la familia, encontramos la formación en valores, donde la escuela expresa que “la familia debe responsabilizarse del aprendizaje de unos valores, creencias, actitudes y hábitos de conducta, de modo que los individuos no se hallen “desarmados”, sin criterio propio, frente a la diversidad de información y estilos de conducta que ofrece de continuo el medio social” (Torío Lopez; 2004) y la familia, por su parte, menciona que la escuela “...es el lugar de aprendizaje de formas de convivencia que no cabe aprender en la familia, es el caso de la convivencia civil. Es el primer lugar de aproximación a la diversidad existente en la sociedad; es la primera experiencia con la autoridad impersonal” (Torío Lopez; 2004). Es así como se ha venido desarrollando la disputa entre dos instituciones que son, ambas, esenciales en la conformación de una sociedad y, por lo tanto, no deben ser separadas la una de la otra, sino que deberían aprender a armonizar los esfuerzos y cubrir los posibles vacíos que puede dejar la otra, ya que cada una cumple con herramientas distintas que permiten la facilitación del proceso formativo.
Finalmente, una de las dinámicas sociales que más ha comprometido el papel de la familia convencional, es el desarrollo de nuevas tecnologías, ya que no es posible seguir educando como en otrora, debido a los cambios en los esquemas y las nuevas situaciones que los padres o formadores no vivieron en su familia. (Torío López;2004). Es ahí donde se puede presentar el punto de convergencia entre la educación y la familia, ya que ambas instituciones necesitan comprender la tecnología para desempeñar y promover su adecuado uso en la sociedad. Es por ello que se necesita la conformación de un diálogo entre ambas instituciones para que la educación sea coherente tanto en la escuela, como en casa (Bas Peña y Pérez; 2010) y así alcanzar un desarrollo pleno como una sociedad integral que permita y se adapte a los cambios que se presentan constantemente.
Referencias
Bas Peña, E. y Pérez de Guzmán, M. V. Desafíos de la familia actual ante la escuela y las tecnologías de información. Educatio Siglo XXI, Vol. 28 nº 1 · 2010, pp. 41-68.
Ianni, N.D. y Pérez, E. (1998). La convivencia en la escuela: un hecho, una construcción. Hacia una modalidad diferente en el campo de la prevención. Barcelona: Paidós
Torío López, Susana (2004). Familia, escuela y sociedad. Aula abierta, 83, pp. 35-52.
Toro Entero, V. y Gallardo Vázquez, P. (1994). El papel de la familia en la sociedad actual. En Simposio Nacional Familia, Comunicación y Educación. (49-53), Sevilla, España: Kronos.
Comentarios
Saber delimitar la función de la tecnología, institutos educativos y la familia a la hora de formar un individuo es el futuro de la sociedad.