NECESIDAD CRECIENTE: UN NUEVO PARADIGMA, UNA NUEVA ECONOMÍA


Daniel Felipe Lozano Díaz

Ya bien lo han dicho muchos autores. El paradigma pre moderno se caracterizaba fundamentalmente por asumir como verídica toda posición, afirmación o pensamiento cuyo origen estribara en las raíces de lo metafísico, básicamente, de las concepciones teológicas que se tenían de la vida. Ello, en cierto sentido, iba en detrimento de otras múltiples maneras de entender el mundo y estaba ocasionando, de manera paulatina, que la creación de nuevos conocimientos y de nuevos entendimientos fuese cada vez más limitado. Posteriormente y a medida que se han venido dando históricamente los cambios y transformaciones en la sociedad (evolución de los medios de producción, condiciones, culturales, sociales, democráticas y demás), éstas mismas van exigiendo una nueva manera de ir comprendiendo los fenómenos que se presentan en la cotidianidad. Es allí donde la manera en la que se concebían las cosas resultó no ser suficiente ni eficaz para poder soluciones plausibles a las cuestiones que se presentaban y se dieron procesos de cambio en donde la racionalidad y fundamentalmente, aquello que se pudiera comprobar con los “cinco sentidos” era tomado como lo verídico; ocasionando así un desplazamiento de lo “irreal” por lo real, de lo inmaterial por lo que ya era tangible, palpable, refutable y contrastable. Se le dio paso a una época en la que el mundo de la razón tenía mayor peso que cualquier otra cuestión. Tal época logra ubicarse en la historia como el siglo de las luces o la ilustración, en donde por distintos procesos el imperio de la razón se arma y superpone frente a todo lo demás.
Ahora bien, la cuestión de interés después de mostrar la evolución del paradigma dominante, en donde antes se podía hablar del modelo pre moderno y posteriormente del moderno es: ¿se puede pensar en un modelo en donde la racionalidad instrumental y el imperio de la razón no sean capaces de dar cuenta de lo que sucede en nuestro diario vivir? La respuesta se halla sin dificultad, afirmando que las limitaciones de lo que se creía superior y mejor son más de las que en un principio aparecían. Si esto es así, y si estamos en frente y más específicamente hablando, nos referimos al paradigma post moderno, emergente, subyacente o como se le quiera denominar, ¿también podríamos pensar que dicha evolución del pensamiento también aplica para las ciencias económicas? He aquí el foco de análisis del presente documento.
Si se entiende por paradigma emergente o post moderno a toda aquella manera de pensar que implica la no reducción de las posibles explicaciones de un hecho o fenómeno y que, por conductismo, interfieren muchas otras más cuestiones, incluso y en cierto grado, aquello que en un plano anterior se estaba descartando (concepciones metafísicas o al menos aquellas presunciones no comprobables o contrastables empíricamente), ¿podríamos pensar que tales acepciones también aplican a los hechos económicos tomando como punto de partida que nos encontramos bajo un modelo económico de mercado que se fundamenta y sostiene en premisas de libre competencia y en donde la racionalidad instrumental, es decir, los modelos económicos, econométricos y demás se soportan o cimientan en la matemáticas y en la estadística? Para unos sí, para otros no tanto.
El problema de fondo estriba en que como se han venido entendiendo los fenómenos económicos no permiten dar otras soluciones a los problemas que se presentan en las distintas sociedades y ello ocasiona el deterioro del mismo tejido social pues es en últimas éste el que se ve afectado muy fuertemente. Pensar, por ejemplo, como se fundamenta la teoría económica neoclásica frente al tema del empleo y de los salarios argumentando que la manera más viable para ofrecer quizás más puestos de trabajo es disminuyendo los salarios y evitando incurrir en disminuciones en la utilidad de los empresarios al no aumentarse sus costes de adquisición de mano de obra, es un postulado teórico muy atrevido en donde la racionalidad económica se interpone y funciona de manera clara y concisa pero en el trasfondo de todo, ¿qué hay? Hay, pues, el detrimento mismo de la clase trabajadora, la constante vulneración de los derechos mismos de los trabajadores por devengar un salario digno que les permita adquirir sin problema alguno todos aquellos bienes y servicios no solo suficientes para su subsistencia sino también para su reproducción. Hay, de fondo, un problema más de tipo social, en donde no importa tanto lo que la racionalidad capitalista nos pueda decir, sino en donde las necesidades cada vez más creciente de una sociedad que poco a poco se ha ido enfermando más son de mayor relevancia.
Así como cuando al hablar de los métodos de investigación, autoras como Carmen Lafuente Ibáñez y Ainhoa Marín Egoscozábal (2008) afirman que se puede presentar una manera en la que se combinen tanto el método inductivo como el deductivo (razón con experiencia) y se cree un método sintético (mezcla de uno y del otro), así mismo se podría pensar hacer en las ciencias económicas, pues las realidades y los problemas del presente necesitan con urgencia un tratamiento distinto al que se le ha venido dando. No es por nada que los índices de desigualdad, de pobreza, de hambre, de miseria, de exclusión y demás han estado en aumento en regiones como por ejemplo las de América Latina.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, si “el paradigma emergente permite recuperar dentro de los procesos cognitivos el papel de la cultura y de la ética en la conceptualización y teorización de las realidades complejas” (Lukomski y Mancipe Flechas, 2008: 138) ¿qué impide a la economía como tal pensar en hacer procesos similares? Así, pues, si “estamos invitados a cambiar los fundamentos de nuestro conocimiento ante la aparición de nuevas experiencias” (Lukomski y Mancipe Flechas, 2008: 138), también deberíamos de estar con la disposición total de repensar lo postulados teóricos bajo los cuales se sustenta toda la economía que hoy por hoy se entiende dado que, como muy bien se afirma, el mundo cambiante exige así mismo nuevas experiencias.  

FUENTES DE LA INFORMACIÓN Y BIBLIOGRAFÍA

·         Lafuente, C. Marin, A. Metodología de la investigación en Ciencias Sociales. Revista EAN No. 64: septiembre-diciembre de 2008 p.5-18

·         Lukomski Jurczynski, Andrzej; Mancipe Flechas, Eduardo. EL PARADIGMA EMERGENTE Y SU IMPACTO EN LA INVESTIGACIÓN EPISTEMOLÓGICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES. Revista Hallazgos, núm. 10, diciembre, 2008, pp. 133-145. Universidad Santo Tomás, Bogotá, Colombia.



Comentarios

Emanuel Espinel dijo…
Cordial saludo Daniel.

Has escrito un gran texto, con una muy buena capacidad argumentativa y critica.
Realmente logras sintetizar sin reducir, tal vez la mayoria de cuestiones necesarias para un replanteamiento, digno del tiempo y los problemas que vivimos.

Muchas gracias por tu texto.
Martha Gomez dijo…
Me parece un buen texto, donde se plasma claramente la definición de paradigma y cómo se ha dado con el paso del tiempo, también la relación que haces con la realidad de nuestra carrera. Hay una frase que me gusta mucho y que me parece pertinente compartirla cuando hablas de que las ciencias económicas necesitan urgente un tratamiento distinto al que se ha venido dando, Karl Marx en 1845, en su tesis numero 11, tenemos “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Lo que debemos hacer es transformar la economía, romper con las brechas que permiten que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

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